jueves, 5 de marzo de 2009

NOVELA NEGRA Y/O POLICIACA.


La novela policia y negra

La novela policial, también novela policíaca o novela detectivesca es una clase de textos o subgénero dentro de la novela, que es a su vez un subgénero de la épica o narrativa. Su principal móvil lo constituye la resolución de un enigma, que es generalmente de tipo criminal. Por tanto, se trata de una estructura novelística cerrada. Durante el transcurso de la historia se descubre al culpable y su forma de realizar el crimen. El protagonista, un policía o detective, resuelve el caso usando la razón (siglos XVIII - XIX), basándose en la indagación y observación, o usando la intuición y los sentimientos (siglos XX - XXI).
La novela policial que comenzó siendo un enigma que se proponía al lector, un desafío a su imaginación y su capacidad deductiva, con el paso de los años el género fue evolucionando hacia formas mucho más complejas que atañen a la descripción de la sociedad en general, sus partes más oscuras, y los tipos de personas que prosperan en esos ambientes.
Durante el siglo XIX, el detective de estas novelas hizo triunfar la razón por sobre todo, además de demostrar la seguridad y tranquilidad de poseer el mundo. La figura del detective privado nace como una crítica a la policía institucional del estado, ya que se consideraba que había fracasado con sus responsabilidades.
La novela policial se acerca a la naturaleza humana de una manera mucho más cruda que otros géneros, mostrando la parte amarga tanto de las personas como de las sociedades. El detective, que empezó siendo un personaje burgués, elegante y ocioso (policial inglés), fue evolucionando hacia el tipo duro que buceaba en la inmundicia de su tiempo (policial estadounidense o negro). Mientras al principio sólo se mostraban los hechos y las investigaciones del detective, luego se fue poniendo mayor énfasis en la vida y motivaciones del delincuente y las raíces socioculturales de la delincuencia.
La narrativa policial representa una fuente inagotable de buenas obras y es ineludible en la bibliografía de cualquier autor que se precie, bien escribiendo obras directamente policiacas o bien enmascarándolas bajo otros contextos. No hay nada parecido al tempo, la cadencia, las posibilidades de ritmo y estilo, estructura y técnica, que nos da este género, por mucho que sea uno de los más inamovibles y que presente algunas de las pautas mejor definidas. Es más: para un escritor hacer una buena novela policiaca es un reto. De entrada, la construcción previa no tiene nada que ver con la de los demás géneros, que se componen de delante hacia atrás. Aquí se hace necesario conocer muy bien el <> para progresar desde el <>, y, así mismo o incluso como elaboración previa, recorrer el camino a la inversa, de fin a comienzo, para que nada se nos pase por alto o se nos escape a la lógica de la narración. Pongámoslo con un ejemplo de párvulos.
Tenemos un detective y un asesinato en el punto de partida A, y sabemos que al llegar a Z el detective tiene que darnos el desenlace más satisfactorio, el único posible: decirnos quién es el asesino y proceder a su detención. Pues bien, en lugar de construir la narración desde A, hay que desconstruirla desde Z, o partir de ambos extremos para converger en alguna parte de la historia. Es como esos juegos infantiles que vemos aún en algunas revistas: una madeja muy enredada de hilos, o un laberinto impenetrable, y la pregunta: << ¿Qué camino seguirás para llegar a la salida?>>. Los caminos de una novela policiaca son inescrutables, y las preguntas que deberemos plantearnos múltiples. Puede que tengas que hacer y deshacer veinte, treinta de esos caminos ¿Por dónde empieza a investigar el detective? ¿Es mejor que interrogue primero al personaje M o al personaje P? ¿En qué momento abriremos la puerta y aparece un hombre con una pistola? ¿De qué manera vamos dando las pistas para obtener el interés del lector? Desarrollar una narración con todo ello es como hacer un puzzle, todo ha de encajar. Tienes que sembrar pistas, verdaderas y falsas, colocar a todos los personajes bajo el perfil de la culpa y hacerlos sospechosos. Juega con el lector, dale argumentos que exciten su imaginación (sin engañarle ni mentirle), hazle creer lo que quieras (te lo perdonará si el final es bueno) pero dale las respuestas que espera.
En cualquier otro género puedes dejar un final abierto, lleno de interrogantes: en este debes señalar al culpable, cerrar la historia, sin que queden fisuras de ningún tipo. Es lo que se espera de una buena novela policiaca.
Según Javier Sagarna, profesor de escritura creativa, las características del género policiaco son las siguientes:
1. En estos relatos todo está supeditado al desarrollo de la acción.
2. No deberían ser contados por un narrador omnisciente, pues el lector tendría la impresión (justificada) de que se le está ocultando información. Como mucho, el narrador puede saber lo que sabe el personaje principal, y a veces, ni eso. Es frecuente el uso de narradores del tipo observador externo, personaje protagonista o personaje secundario.
3. Es muy habitual la parición de objetos dramáticos (pistola, sangre, huellas, etc.) que, para el lector no se sienta enfadado, tienen que ser adecuadamente presentados con antelación.
4. Suelen ser relatos muy dialogados, sobre todo, los que son narrados por un observador externo.
5. Es habitual, aunque en lo absoluto obligatorio, que estos relatos comiencen en el momento del crimen (o cuando el investigador llega a la escena del crimen) y luego avancen en dos direcciones: hacia atrás, reconstruyendo los pasos del criminal, y hacia delante, siguiendo la investigación que lleve al desenlace.

NOVELA NEGRA.
La novela negra es, como la definió Raymond Chandler en su libro El simple arte de matar, la novela del mundo profesional del crimen. Debe su nombre a dos factores: a que originalmente fue publicada en la revista Black Mask de Estados Unidos y en la colección Série Noire francesa, así como a los ambientes "oscuros" que logra. El término se asocia a un tipo de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es en sí el objetivo principal; que es habitualmente muy violenta y las divisiones entre el bien y el mal están bastante difuminadas. La mayor parte de sus protagonistas son individuos derrotados, en decadencia, que buscan encontrar la verdad (o por lo menos algún atisbo de verdad).
Este tipo de relato presenta una atmósfera asfixiante, miedo, violencia, falta de justicia, corrupción del poder e inseguridad. Muestra los efectos del capitalismo con el triunfo del individualismo, nacionalismo y racismo. Nace en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos, como una variante de las historias policíacas, y difundida en revistas. La novela negra agrega la violencia a las características del género policiaco. Los crímenes se basan en las debilidades humanas como la rabia, ansias de poder, envidia, odio, avaricia, pasiones, etc. Por esta razón aparece un lenguaje más crudo, donde se le da más importancia a la acción más que al análisis del crimen. En este tipo de relato importa más la descripción de la sociedad donde nacen los criminales y la reflexión sobre el deterioro ético.[]

LA ESCENA VIOLENTA.
La escena violenta es una de las pocas excepciones que se convierte en una secuencia Dramática, por lo que en sí misma tiene un principio, un desarrollo y un final.
En la escena violenta siempre alguno de los personajes (ya sea principal o no) corre peligro a mayor o menor grado. Es, a la vez, una escena que al generar emotividad, tanto para bien como para mal, funciona como un poderoso Resorte Dramático.
Como muchas veces la escena violenta es una secuencia dramática, crea preguntas implícitas, teniendo un efecto directo la resolución de la misma sobre el eje.

Algunas escenas violentas:
Interrogatorio
Peleas
Atraco
Asalto
Abordaje
La Guerra
Una prueba
Maltrato
Tortura

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